|
Obispo Manuel Irurita Almandoz: el largo camino
de una beatificación
César Alcalá
Revista Arbil
Intercedió para anular la pena de muerte a Companys tras el
golpe de estado de 1934, pero Companys le mando al paredón en
diciembre de 1936. 2.437 sacerdotes y religiosos fueron
asesinados en Cataluña durante el segundo semestre de 1936 y
el primero de 1937.
Éste artículo tratará sobre el proceso de beatificación del
Doctor Manuel Irurita, su evolución, los contratiempos que ha
sufrido y el estado actual del proceso. Pero no pretendemos
centrarlo sólo en su figura. Sino que es menester, antes de
todo, profundizar sobre la persecución religiosa en Cataluña,
durante la Guerra Civil, extraer los datos referentes a la
Iglesia y reflejar un tema que nos parece importante, la
asociación que se ha hecho entre los miembros de la Iglesia y
el Carlismo
Introducción
En
“Represión en la retaguardia. Cataluña 1936-1939″, se ofrece
el número de carlistas que fueron asesinados por las partidas
republicanas durante la guerra civil. En total fueron 1.199
personas. Si subdividimos la cifra total, nos encontramos que
de estos 144 eran sacerdotes. Es cierto que en Cataluña
murieron un número más elevado de sacerdotes pero, los
referidos en el libro se identificaban con el Carlismo. No es
nuestro propósito numerar, uno por uno, los 144 sacerdotes
asesinados. Si que nombraremos los que, bajo nuestro punto de
vista, son los más representativos: Obispo de Lérida, Doctor
Huix; mosén José Samsó; mosén Miguel Ticó; José Tristany
Pujol; Marcos Goñi Almandoz; Pedro Parramon Paloma; Pedro
Ramonet Ribas; Manuel Trepat Servet; Roque Llop Florensa; Luis
Tarragona de Gomar; Jaume Sanromá Solé; José Mª Cunill Poblet;
José Mª Sancho Toda; y Francesc Escolá Miquel.
Con lo
explicado hasta el momento presente nos preguntamos: ¿se puede
asociar el Carlismo con la Iglesia Católica? Con esto queremos
decir, si a pesar de todo muchos sacerdotes fueron carlistas,
sus votos pueden contrariar la encíclica papal donde se
prohíbe a todos los sacerdotes que tomen parte en la política.
Uno ha de diferenciar el pensamiento de cada sacerdote, como
hombre, y su actividad al frente de una congregación. Son
relevantes las palabras del Cardenal Juan Casañas Pagés a unos
fieles, carlistas, cuando les dijo: Mirad, cuando me saco este
vestido soy tan carlista como vosotros. Ahora bien, cuando voy
vestido con los hábitos, todos son hijos míos. Es por eso que
algunos sacerdotes que inculcaron los principios ideológicos
del Carlismo, tanto en las ciudades como en los pueblos,
tenían que ser fieles a los mandatos de la Iglesia, sin ser
infieles a sus principios ideológicos o políticos. El caso del
Doctor José Samsó y del Doctor Miquel Ticó, ambos de Mataró
(Barcelona), es relevante. Los dos fueron asesinados durante
la guerra civil, fueron condenados por ser sacerdotes. Los dos
estaban afiliados al Carlismo, pero esta circunstancia la
sabían muy pocas personas. No deseaban que su pensamiento
político pudiera influenciar en sus fieles.
El
trabajo de los sacerdotes en los pueblos pequeños de Cataluña,
para orientar a los vecinos hacia el Carlismo o hacia el
pensamiento tradicionalista, ha de ser reconocido por todos y
nos hace pensar que, la gran base de Requetés que tomaron
parte en la guerra civil, surgió de aquel esfuerzo de unos
pocos en el momento de orientarlo hacia las doctrinas
eclesiásticas, que han sido la base del Carlismo. Un ejemplo
de éste trabajo es la obra llevada a término por mosén Jaime
Suriá. A lo largo de su dilatada vida en Sudamérica, inauguró
muchos centros tradicionalistas, porque pensaba que en ellos
se podría impartir la fe en Dios y, porque no, enseñar a
aquellos hombres los principios de la monarquía Legítima. Como
anécdota diremos que, una vez acabada la guerra civil, y
viendo como se desarrollaban los acontecimientos, decidió que
se había de empezar de nuevo. Así pues, se puso en contacto
con el general Varela para explicarle lo que opinaba. Éste le
dijo que estaba de acuerdo con él pero, que no podía permitir
una nueva guerra civil; que si se provocaba un levantamiento,
sería detenido, juzgado por un tribunal militar y encarcelado.
Su intento revolucionario acabó en ese momento, pero no su
lucha a favor del Carlismo. Sólo recordar que fue el capellán
privado de don Javier de Borbón-Parma durante la guerra civil
y que, incluso fue a Insua. Pues bien, cuando vio que las
cosas iban mal dadas, es decir, que don Javier se apartaba de
los principios ideológicos que habían regido el Carlismo
durante más de cien años, se apartó de la disciplina y se
adhirió a la Regencia de Estella, a pesar que Mauricio de
Sivatte nunca fue santo de su devoción, y lo hizo porque creía
que aquel camino era el que había predicado durante toda su
vida.
Semblanza biográfica del doctor Manuel Irurita
Manuel
Irurita Almandoz nació en Larrainzar (Navarra), el 19 de
agosto de 1876. Doctor en Sangrada Teología en el 1906 y en
Filosofía en el 1907. Beneficiado de la Catedral de Valencia
en el 1899. Profesor de Canto Gregoriano, de Lengua Hebrea y
de Teología fundamental en el Seminario de Valencia. Director
diocesano de la Obra de la Consagración de Hogares del Sagrado
Corazón de Jesús y de la Vela Nocturna. Consiliario Presidente
de la Asociación de Intereses Católicos. Presidente del
Rosario de la Aurora. Promotor del expediente de beatificación
de la Madre Sacramento. Visitador de Religiosas y Promotor de
las Misiones diocesanas hasta que de Valencia pasó a Lérida,
siendo nombrado Obispo de esta diócesis. Excelente músico, fue
nombrado presidente de la Asociación Ceciliana Española en el
Congreso Nacional de Música Sagrada de Vitoria del año 1928.
Trasladado al Episcopado de Barcelona, se distinguió por su
bondad y santidad. El Doctor Irurita fue asesinado en el
cementerio de Montcada y Reixach el 4 de diciembre de 1936, a
los 50 años. En el momento de su exhumación, le adjudicaron el
número de identificación 814. A su lado apareció el cuerpo sin
vida de Joaquín Gómez y Gómez, carpintero de Barcelona
originario de Torrijas (Teruel), familiar del que suscribe
éste artículo.
Ampliaremos esta semblanza biográfica del Doctor Irurita con
tres escritos publicados sobre su figura. En Solidaridad
Nacional, el domingo 8 de enero de 1978, Carlos Molins publicó
un artículo titulado: El obispo Irurita y don Manuel de Irujo.
Entre otras cosas Molins decía: Hay una anécdota que nadie ha
registrado. Es delicada. Hubo un momento que, entre el
episcopado español había un general descontento sobre el
nuncio Tedeschini, por motivos algo más que serios. Pero nadie
rechistaba. El doctor Irurita, en su primera visita a Pío XI,
le dijo: “Santa Padre: soy español y navarro y por lo mismo
amantísimo de la verdad y la verdad reclama que le informe”.
El doctor Irurita manifestó lo que era obligación decir. En su
paso por Barcelona, con motivo del Congreso Eucarística
Internacional en Buenos Aires, por el legado pontificio,
cardenal Pacelli, coincidieron el nuncio Tedeschini y el
doctor Irurita. Al encontrarse, Tedeschini le dijo: “Así,
Señor obispo, que español y navarro…” Y el doctor Irurita, con
su fortaleza, le replicó: “Sí, señor Nuncio, español y
navarro, y además pelotari”.
Por
fortuna, después de 1939, sobrevivieron personas que pudieron
dar fe del martirio sufrido por el Doctor Irurita. Uno de
estos testimonios quedó reflejado en el libro de mosén José
Ricart Torre, Un obispo de antes del Concilio, donde se puede
leer: Don Juan Canela, vecino de esta ciudad, personalmente
aportaba estos datos: Yo no sabía que aquel compañero de barba
en el mentón y de traje gris fuese el doctor Irurita, ni la
emoción de aquellos supremos momentos me permiten recordar
detalles ajenos. Sólo recuerdo que él era el primero de las
listas y yo el último. Reconocí que era el señor Obispo cuando
pasada la revolución, leí en la lápida de la calle que le
dedicaron que había muerto el 3 de diciembre de 1936, y la
prensa fijaba su asesinato en Montcada. Recapacité pensando
que tal vez sería uno de mis doce compañeros. Pregunté a la
familia Tort cómo vestía el prelado, y correspondían
exactamente a la indumentaria de mi compañero las prendas que
me indicaron. Al mostrarme una fotografía afirmé que se
trataba de la misma persona. Ya en plena democracia fue
retirada la placa -no la estatua- y la calle que se le dedicó
durante la dictadura franquista pasó a llamarse calle del
Obispo. Son los avatares de la modernización y el intento de
borrar un pasado. Hubiera sido mejor rebautizar la calle como
la de los obispos, pues, algún visitante puede preguntarse: ¿a
qué obispo le dedicaron esta calle?
Finalizaremos esta semblanza del Obispo Irurita con su propio
testimonio: Ahora, sobre todo se necesitan obispos que vean a
Jesús, sacerdotes que vean a Jesús, maestros que vean a Jesús.
Hora es ya de que caigamos, de que caigamos en la cuenta de
que con Jesús lo tenemos todo y sin Jesús no tenemos nada. Yo
quisiera que sacarais este fruto. Con Jesús lo tengo todo, con
Él soy suficientemente sabio, rico, feliz. Tengo a Jesús, lo
poseo, le amo; lo demás nada hay que me interese (…) Hacen
falta ahora católicos y católicos de profundas convicciones,
de voluntad decidida, de fortaleza ejemplar; valientes y
dispuestos a padecerlo todo, a sacrificarlo todo, la bolsa, la
nómina, la carrera, si es preciso. Pero esos hombres sólo los
tendremos cuando mueran todas las cosas, cuando mueran a sí
mismos para vivir la vida de Jesús. Estas palabras fueron
pronunciadas por el Doctor Irurita en el mes de julio de 1935.
El
proceso de beatificación
La
causa de beatificación o declaración de martirio fue publicada
en el boletín Oficial del Obispado de Barcelona el 13 de marzo
de 1959. El correspondiente edicto decía que, a instancias de
mosén José Sanabra y del licenciado Doctor Quirico Estop, se
nombraba sub-postulador al Doctor Manuel Bonet Moixí, auditor
de rota. En ese mismo edicto se ordenó el proceso de
beatificación de mosén Cayetano Clauselles Ballvé, de
Sabadell; de mosén José Guardiet Pujol, de Rubí; de mosén José
Samsó Elías, de Mataró; y de otros casi mil sacerdotes que
constan en el altar de los Mártires de la Catedral de
Barcelona.
El
tribunal encargado de pedir la declaración de martirio estaba
formado por el Doctor Narciso Jubany, obispo auxiliar, que era
juez delegado; del Doctor Juan Serra Puig, que era juez
auxiliar; del Doctor Ernesto Ros Laconte, que era notario; y
del Doctor José Burés Riba, que era notario adjunto.
El
proceso quedó abierto pero, desgraciadamente, la situación
global del país hizo inevitable que se trabajara con rapidez y
el proceso quedó estancado y, casi olvidado. Prueba de ello
son las palabras de mosén José Ricart Torrens, el 30 de
noviembre de 1976, en Iglesia Mundo, con motivo del centenario
del nacimiento del Doctor Irurita, al decir que: el pueblo de
Larrainza, Navarra toda, su Diputación foral, Valencia, Lérida
y Barcelona, con sus respectivas iniciativas, deberían
contribuir al estudio de la personalidad del doctor Irurita,
su estilo pastoral, su celo misionero y, sobre todo, apoyar la
causa de su beatificación, para que no quede torpedeada por
miserias políticas allí donde estén.
El
directo de El Pensamiento Navarro, Francisco López Sans,
publicó un artículo titulado: Cómo y cuándo murió el Obispo de
Barcelona. En él Francisco López escribía: Se ha venido
especulando, y todavía parece que hay alguien empeñado en
continuar alimentando la inexactitud -pero ya con carácter de
maniobra- sosteniendo que el doctor Irurita no murió cuando se
ha dicho y que tampoco fueron sus asesinos aquellos a quienes
se les ha atribuido el crimen. Que murió después de la toma de
Barcelona y que, claro está, los autores de su muerte fueron
otros que quisieron vengarse de sus ideas políticas… Esta
burda invención, esta superchería se ha lanzado por ahí con
maldad o perversa intención. El doctor Irurita era un Prelado
admirable y sus ideas políticas, aunque no las exteriorizase,
eran las carlistas, las de su tierra navarra. En una
peregrinación de magisterio a Roma, en los últimos tiempos de
la Monarquía, fue presidiéndola aquel prelado de grata
memoria, que había sido maestro antes de entregarse al
servicio del Señor. Al regreso, la peregrinación se detuvo
varias horas en Niza y algunos maestros navarros aprovecharon
la ocasión para saludar a Don Jaime de Borbón, que en aquella
época permanecía en su residencia de la citada y mediterránea
ciudad francesa. Cuando, satisfechos de su visita al egrario
desterrado, llegaron antes de ponerse en marcha la expedición,
el doctor Irurita, que lo presintió todo, les dijo: ¿Qué os
parece que no sé dónde habéis estado? Yo también, con cuanto
gusto hubiese ido, pero esto… Y se miraba a Sus hábitos, que
en aquella ocasión era el impedimento para satisfacer una
inclinación sentimental del corazón. Esto para que ahora no se
puedan decir tonterías ni falsedades.
La
causa de beatificación se reabrió en 1994. El motivo del
cierra de la causa estuvo basada en la interrupción de las
causas relacionadas con las víctimas de la guerra civil,
dictada por Su Santidad Pablo VI, el 7 de abril de 1964, a
petición del Cardenal Albareda por razones de oportunidad. En
el diario ABC podemos leer la siguiente noticia: El
Arzobispado de Barcelona ha constituido un tribunal
eclesiástico para emprender y concluir el proceso diocesano de
beatificación de Manuel Irurita Almandoz, que fue obispo de
Barcelona entre 1930 y 1936 y que fue asesinado durante la
persecución religiosa en la Guerra Civil.
El
arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, dijo durante la
toma de posesión de la comisión diocesana para la causa de
beatificación que “se trata de un obispo que se distinguió por
su fama de santidad y mártir por la fe”. Carles explicó que
“es un deber recoger la ejemplaridad cristiana de aquellos
hermanos, y ahora el Arzobispo se dispone a hacerle justicia”.
En el
mes de diciembre de 1999 se profanó la tumba que guardó,
durante un tiempo, los restos mortales del Doctor Irurita en
el cementerio de Montcada y Reixach. La lápida fue extraída y
depositada en un almacén del mismo cementerio. En la lápida se
podía leer: Aquí descansaron los restos del Obispo mártir de
Barcelona Dr. Irurita caído por Dios y por España. De esta
manera tan poco ortodoxa quedaba olvidado su nombre y su
estada en aquel cementerio. Se volvía a reproducir la misma
circunstancia que, años atrás, se realizó cuando se retiró la
placa de la calle que le habían dedicado en Barcelona.
Así y
todo, gracias a las gestiones de don José vives Suriá, el
Arzobispado de Barcelona pudo recuperar la lápida, la cual se
conserva actualmente en el Archivo Diocesano y compró el nicho
donde descansaron los restos mortales del Doctor Irurita que,
actualmente conservan los de su sobrino, mosén Marcos Goñi
Almandoz.
El 4
de enero de 2000 apareció en La Vanguardia una información
referente a las pruebas de ADN realizadas al cadáver del
Doctor Irurita para saber, si realmente, el cuerpo enterrado
en la cripta del Santo Cristo de Lepanto era el del Obispo. La
exhumación del cadáver tuvo lugar en el mes de julio de 1999.
Las pruebas de ADN fueron comparadas con las de dos hermanas
suyas, Regina y Raymunda, enterradas en Valencia. El resultado
fue que aquellos restos mortales eran, en un 99,9%, los del
Doctor Irurita. La causa de beatificación, de nuevo, volvía a
abrirse, siendo escogido como juez al Doctor Jaime Riera y
Rius, en sustitución del Doctor Luis Serrallach, por
defunción.
Lo
cierto es que aquel artículo aparecido en La Vanguardia exhumó
una vieja polémica sobre el momento de la muerte del Obispo y,
si realmente era un mártir de la guerra civil o había sido
asesinado después de acabar esta. Salieron a la palestra el
Doctor José Raventós y el señor Aragonés, los cuales
aseguraban que, dos días después de la entrada de las tropas
nacionales en Barcelona, vieron una persona que salía del
Palacio Episcopal, acompañada de otra persona, y reconocieron,
a aquel hombre, como al Doctor Irurita. Iba vestido de
paisano, con boina, y les pareció que los conocía, pero
inmediatamente desapareció.
Se
cree que esta versión, que asegura haberlo visto en 1939, es
uno de los impedimentos de su beatificación, y no se tiene en
cuenta los testimonios de mucha gente que vio el cadáver del
Doctor Irurita en el cementerio de Montcada y Reixach, como es
el caso de la hija de Antonio Ponti, la cual declaró: Fui con
mi madre a Montcada. Los restos estaban sobre unas mesas de
mármol y los cuerpos procedían de un descampado donde estaban
enterrados en cal. Junto al cadáver de mi padre estaba el del
Obispo. Y tampoco se ha tenido en cuenta el informe del
Vicario General José Morera, que en el año 1943, ratificaba la
autenticidad de los restos mortales del señor Obispo. El
informe ratificaba que el vestido del cadáver pertenecía, sin
duda, al Obispo y que su complexión y físico, así como el
análisis de sus dientes, se correspondían con los del Obispo.
El informe añadía que el cadáver presentaba todas las
características antropológicas del los vasco-navarros.
Tampoco se tuvo en cuenta la declaración de mosén Eusebio
Vidal, capellán de la prisión de Lérida y que, en el año 1955,
escribió: en mi labor apostólica con los presos, uno de ellos
tuvo conmigo la confidencia de manifestarme que estuvo en el
fusilamiento del Excmo. Y Rvdmo. Sr. Obispo de Barcelona, Dr.
Irurita, y que mientras estaba en el paredón aguantando la
descarga, habló a los allí presentes en esta forma: Os bendigo
a todos los que estáis en mi presencia, así como también
bendigo a las balas que me ocasionarán la muerte, ya que serán
las llaves que me abrirán las puertas del Cielo.
Conclusiones
Una
vez expuestas las dificultades que ha sufrido el proceso de
beatificación del Doctor Irurita, una se pregunta: ¿Qué ha
motivado el retraso del proceso? ¿Hay una mano negra detrás de
todo esto?
Si
dejamos a parte la finalización de las causas impuesta por Su
Santidad Pablo VI, y nos centramos en el proceso a partir de
1994, podemos asegurar que sí hay una mano negra que quiere
impedir su beatificación. ¿Por qué? La contestación la hemos
de subdividir en tres puntos. En primer lugar, su ideario
político carlista. En segundo lugar, el tira y afloja que
mantuvo con el gobierno de la Generalidad de Cataluña,
presidido por Luis companys. Y, en tercer lugar, su
enfrentamiento con el Cardenal Vidal y Barraquer. Así pues,
una parte oscura, de tendencia catalanista, ha querido, desde
la llegada de la democracia, hacer olvidar el nombre del
Doctor Irurita, con diferentes actuaciones ya relacionadas en
éste artículo, para que no sea beatificado antes que el
Cardenal Vidal y Barraquer y, lo que es más importante, para
no dar un Obispo santo a los carlistas. Estas personas tienen
nombre y apellidos. Ahora bien, estos funestos personajes
tienen un obstáculo, el pueblo-sobre todo el carlista- ya
considera al Obispo Manuel Irurita Almandoz santo y mártir.
Epílogo
En La
Vanguardia, el martes 4 de abril de 2000, el presidente de la
Conferencia Episcopal y Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio
Rouco Varela, durante el discurso que pronunció en la
inauguración de la LXXIV asamblea plenaria manifestó que: la
intención de organizar, unificándolos y agilizándolos, los
procesos de canonización de algunos de los numerosos hermanos
en la fe que dieron su vida en los trágicos acontecimientos de
la Guerra Civil (…) todos ellos perdonaron a sus perseguidores
y no fueron actores de violencia, sino víctimas inocentes de
ella. El recuerdo y la honra que les tributamos no deben
inducir a nadie a reabrir viejas heridas. En el momento
presente las causas de beatificación abiertas superan las mil.
Con relación al proceso del Obispo Irurita, se cerró en junio
del 2001 y fue tramitado a Roma para su estudio y aprobación.
El Vaticano aún no se ha pronunciado.
Bibliografía
ALCALÁ, César: Represión carlista en la retaguardia. Cataluña
1936-1939. Editorial Actas. (Madrid, 2000).
ADRO,
Xavier: Doctor Irurita. (Barcelona, 1992).
LÓPEZ
SANZ, Francisco: ¡Un millón de muertos! Pero con ¡Héroes y
Mártires! Editorial Gómez. (Pamplona, 1963).
LLORENS, Peregrín Luis: El obispo mártir: perfil biográfico de
Monseñor Doctor Manuel Irurita y Almandoz. (Valencia, 1972).
MONTERO, Antonio, Obispo: Historia de la persecución religiosa
en España 1936-1939. (Madrid, 1954).
NONELL
BRÚ, Salvador, Mn.: Hispania Martyr 1936-1939. Conferencia
pronunciada el 29 de marzo de 2000, en Colegio de La
Salle Bonanova.
RICART
TORRENS, José, Pbro.: Un obispo de antes del Concilio.
Editorial Religión y Patria. (Madrid, 1973).
SANABRE SANROMÀ, José, Pbro.: Martirologio de la iglesia de la
diócesis de Barcelona durante la persecución religiosa
1936-1939. (Barcelona, 1943).
Plataforma 2003 - Alonso
Cano 66, 2º sót. pta. 5.
28003
MadridTel.: 91
535 42 45 - Fax: 91
536 24 34
plataforma2003@gmail.com -
https://www.facebook.com/Plataforma2003
|